Onlookers or devotees? That`s the question

Onlookers or devotees? That`s the question

De un dolor de miserere o aojada como decían las viejas, la niña del Miguelón se murió febril en brazos de su madre. Al día siguiente del funeral, cuando la abuela Nieves fue a recoger los huevos de las gallinas al corral, observó unas letras irregulares que orlaban el cascarón del más gordo de todos:
+ para que su alma descanse en la gloria decirle misas un mes amen +
- ¡Esto es un milagro! ¡Un milagro! -y a voces proclamó por los callejones del pueblo aquel extraño hallazgo.
Todos los vecinos acudieron para contemplar aquel prodigioso huevo que la abuela había colocado sobre un altar de la ermita rodeado de estampas de santos y frailes milagrosos. La fe en Dios se incrementó y el pequeño recinto se llenó a rebozar para asistir a una misa especial de difuntos por el alma de la niña. Cuando terminó la solemne y nunca vista ceremonia el hueco siempre vacío del cepillo se colmó de monedas, circunstancia que levantó el ánimo y la satisfacción del sacristán.
Pero no había transcurrido el mes de tumultuarias y devotas misas de pago cuando las letras se borraron y el huevo se rompió, poniendo de manifiesto que todo había sido urdido por el sacristán con la ayuda de un monaguillo para recolectar dineros…