Cuando vamos de paseo con nuestros padres, descubrimos las maravillas del mundo, y en ocasiones nos detenemos a mirar lo que hay debajo de nuestros pies, como nuestro reflejo en una pequeño estanque, abre un mundo maravilloso que se quiere explorar, pero solo con la inocencia de un niño se puede lograr, lentamente sin irla a perturbar.